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Editorial Nº 2

Actualizado: 26 feb 2019

Una pregunta por el sentido específico de la filología dentro del siglo XXI exige una revisión detenida de la historia disciplinar, en por lo menos tres niveles: local, estatal y mundial. Un estudio tal obligaría a replantear métodos, temas y problemas, así como debería permitir dilucidar los vaivenes de una disciplina por excelencia decimonónica que, en nuestra Universidad, parece a veces como salida del sarcófago de la Regeneración, en salto acrobático que esquiva casi entero el siglo XX y las más de sesenta lenguas del territorio colombiano, para aterrizar finalmente en el siglo marchante: hispanista y de cepa castiza, con los pies cada vez más tercamente separados, uno en la lingüística y el otro en los estudios literarios... misteriosos son los caminos de la filología.


Una pregunta tal y una revisión semejante valdrían, por ejemplo, para cuestionar el presupuesto disciplinar fundamental: el de la tradición cultural, sin importar cómo y para qué sea delimitada y presupuesta. Esto acarrea también un análisis en perspectiva histórica y comparativa; histórica, como lo implica la noción de “tradición”, y comparativa, como aspecto ineludible bajo el peso histórico de la unificación del mundo con los avances tecnológicos del propio siglo XIX. El cultivo de esta posibilidad quizás nutriría el ejercicio de una filología que supere la estrechez de la trampa nacionalista y de su afirmación unilateral, de una en que se sea capaz, por lo menos, de poner en duda la univocidad e insularidad de cualquier tradición cultural a la que se aboque.


***


En esta segunda edición de Filología nos complace ofrecer a nuestros lectores un número ampliamente nutrido por la participación estudiantil como respuesta a la convocatoria enviada por esta gacetilla hace menos de un mes, la cual sintoniza con la acogida que hasta ahora hemos tenido por parte del estamento profesoral. Presentamos las confesiones del profesor Carlos Rivas sobre su autodidactismo, valioso gesto de humildad intelectual que le hace gambeta a la univocidad arriba mentada, además de un examen, por Rodrigo Zuleta, al debate en torno a la posibilidad de escribir poesía después de Auschwitz, suceso de filiaciones en absoluto insulares. Inauguramos nuestra muestra gráfica con uno de los Retratos no autorizados de María Isabel Zapata. Presentamos una provocadora disquisición a propósito de la palabra “embaucado” por parte de Alejandro Vega. Igualmente, ofrecemos dos poemas, uno de Érika Chaparro y el otro de Weimar Toro, y la primera entrega de la novela Los muertos de León María, de Camilo Franco. Finalmente, sobre la vida institucional del pregrado, publicamos un informe crítico de Pedro Mahecha Restrepo sobre la reciente reunión entre los estudiantes y el estamento administrativo, donde propone una respuesta a la incógnita por la falta de participación estudiantil en la investigación.

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