Por: Weimar Toro
weimar.toro@udea.edu.co
¿Ves lo que provocas con esa costumbre tuya
de interrumpir todos mis versos con un beso?
Acállame el alma
después de tanta habladuría;
deja que mi hálito corra detrás
de tus suspiros
y que las fronteras de nuestra piel
no sean más el límite.
Bésame el cuerpo
después de tantos suspiros rotos;
deja que mis vellos se erecten
al roce de tu finitud
y que mi carne herida se estremezca
en sicalíptico temblor.
Muérdeme los labios
después de tantos besos blandos,
deja que mi sangre invisible destile
de mi boca a tu boca
y que se junten nuestros torrentes vitales,
como la lluvia y el mar, arriba
y abajo.
Acércate, amor, que [quiero] necesito
más besos tuyos;
[lo confieso] te lo ruego...