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"Luck" de Mark Twain (Traducción)

Actualizado: 16 may 2019

Nota: El texto traducido y publicado en este número de Filología es una edición del cuento Luck, publicado originalmente en la revista Harper's Magazine en 1891. Esta edición fue publicada por el sitio web especializado en la enseñanza del inglés Learning English: https://learningenglish.voanews.com/a/luck-mark-twain/4075997.html

Traducción por: Sebastián Santamaría Présiga

sebastian.santamaria1@udea.edu.co


Asistencia editorial: Isabel Cristina Galbán

icgcapdevielle@gmail.com

Suerte Mark Twain


Estaba en una cena en Londres que se celebraba en honor a uno de los militares ingleses más célebres de la época. No quiero decirte su nombre real ni sus títulos. Solo lo llamaré Teniente General Lord Arthur Scoresby.


No puedo describir mi emoción cuando vi a este gran y famoso hombre. Allí estaba sentado, el mismísimo hombre, en persona, todo cubierto de medallas. No podía quitarle los ojos de encima. Parecía mostrar la verdadera marca de la grandeza. Su fama no tenía efecto sobre él. Los cientos de ojos que lo observaban, la adoración de tanta gente, no parecían hacer ninguna diferencia para él.


Junto a mí se sentó un clérigo que era un viejo amigo mío. No siempre fue un clérigo. Durante la primera mitad de su vida, fue profesor en la escuela militar de Woolwich. Había una mirada extraña en sus ojos, mientras se inclinaba hacia mí y murmuraba: «Entre nos, es un completo imbécil». Se refería, por supuesto, al héroe de nuestra cena.


Fue como una sacudida para mí. Miré fijamente a mi amigo. No podría haber estado más sorprendido si hubiera dicho lo mismo sobre Napoleón, Sócrates o Salomón. Pero estaba seguro de dos cosas sobre el clérigo: siempre decía la verdad y sus juicios sobre los hombres eran correctos. Por eso, quería averiguar sobre nuestro héroe tan pronto como pudiera.


Unos días más tarde, tuve la oportunidad de hablar con el clérigo y me contó más. Estas fueron exactamente sus palabras:


«Hace más o menos cuarenta años, fui instructor en la academia militar de Woolwich cuando un joven Scoresby hacía su primer examen. Sentía extrema lástima por él. Todos contestaban bien las preguntas, inteligentemente, mientras que él, ¡Dios!, no sabía nada, por así decirlo.

»Era un joven amable y agradable. Era doloroso verlo allí parado, tratando de dar respuestas que eran milagros de la estupidez.


»Sabía claramente que cuando lo examinaran de nuevo fallaría y lo expulsarían. Entonces, me dije a mí mismo que ayudarlo tanto como pudiera sería un acto simple e inofensivo.


»Lo aparté y encontré que sabía un poco sobre la historia de Julio César. Pero no sabía nada más. Así que me puse a trabajar; lo puse a prueba y lo hice trabajar como un esclavo. Lo hice trabajar, una y otra vez, en unas cuantas preguntas sobre César que sabía que le preguntarían.


»Créeme, lo hizo muy bien el día del examen. Recibió grandes elogios también, mientras que otros que sabían miles de veces más recibieron fuertes críticas. Por algún extraño y afortunado accidente, solo le hicieron preguntas sobre lo que le hice estudiar. Un accidente así no pasa más de una vez.


»Bien, durante todos sus estudios, estuve con él con el mismo sentimiento que tiene una madre por su hijo con discapacidad. Y siempre se salvaba por algún milagro.


»Pensé que lo que lo destruiría al final sería el examen de matemáticas. Decidí hacer su final lo menos doloroso posible, así que embutí datos en su estúpida cabeza por horas. Finalmente, lo dejé ir al examen para que experimentara lo que seguramente sería su expulsión de la escuela. Bien, señor, intente imaginar el resultado. Quedé realmente impactado. ¡Obtuvo el primer puesto! Y recibió los más grandes elogios.


»Me sentía culpable día y noche, lo que estaba haciendo no era lo correcto. Pero solo quería hacer de su expulsión algo menos doloroso para él. Nunca pensé a lo que llevarían tales extraños e irrisorios resultados.


»Pensaba que tarde o temprano algo seguro iba a pasar: La primera prueba real por la que pasase, una vez estuviera en la escuela, lo arruinaría.


»Luego, estalló la guerra de Crimea. Me hacía sentir mal que él que tuviera que ir a la guerra. La paz pudo haberle dado a este burro una oportunidad de librarse de ser descubierto como un gran estúpido. Ansiosamente, esperé que ocurriera lo peor. Y pasó. Lo nombraron oficial. ¡Capitán, para colmo! ¿Quién podría haber imaginado que pondrían tal responsabilidad en unos hombros tan débiles como los suyos?


»Me dije a mí mismo que le era responsable al país por esto. “Debo ir con él y proteger la nación de él tanto como pueda”. Así que me enlisté con él y fuimos lejos al campo de batalla.


»Y allá, ¡Dios!, fue espantoso. Errores, terribles errores, ¡fue terrible! No hizo nada que fuera correcto, nada, sino errores. Pero ves, nadie sabía el secreto de qué tan estúpido era realmente. Todos malinterpretaban sus acciones. Veían sus estúpidos errores como obras de gran inteligencia. ¡Francamente lo hicieron!


»Sus errores más pequeños hacían que un hombre en su sano juicio llorara y gritara y berreara también―para sí mismo, por supuesto―. Y lo que me mantenía con un miedo continuo era el hecho de que cada error que hacía incrementaba su gloria y fama. Seguía diciéndome a mí mismo que cuando por fin investigaran sobre él, sería como si el sol cayera del cielo.


»Continuó escalando puestos sobre los cuerpos muertos de sus superiores. Luego, en el momento más ferviente de una batalla, cayó nuestro coronel. Se me heló el corazón, porque Scoresby era el siguiente en la línea de mando para tomar su lugar. “Ahora, estamos en problemas”, dije...


»La batalla se volvió más intensa. Los ingleses y sus aliados estaban retirándose del campo continuamente. Nuestro regimiento ocupaba una posición que era extremadamente importante. Cualquier error ahora traería consigo un desastre total. ¿Y qué hizo Scoresby esta vez? Solo confundió su mano izquierda con su mano derecha... eso fue todo. Tenía una orden, retirarse y apoyar nuestro flanco derecho. En vez de eso, fue hacia adelante y subió la colina por la izquierda. Estábamos sobre la colina antes de que este descabellado movimiento pudiera descubrirse y abortarse. ¿Y qué encontramos? ¡Un gran e insospechado ejército ruso esperando! ¿Y qué pasó? ¿Fuimos asesinados? Eso es exactamente lo que hubiera pasado en noventa y nueve de cien casos. Pero no, esos rusos sorprendidos pensaban que ningún regimiento por sí mismo pudiera llegar allí en esos momentos.


»“Debe ser la armada británica completa”, pensaron. Salieron despavoridos, huyeron y corrieron colina abajo hacia el campo en un desorden bárbaro, y nosotros tras ellos. En un santiamén, ocurrió la retirada más grande que hubiera visto. Los aliados convirtieron una derrota en una victoria brillante y de gran envergadura.


»El comandante aliado observaba mientras su cabeza giraba con asombro, sorpresa y alegría. Mandó en el acto por Scoresby, puso sus brazos alrededor de él y lo abrazó en el campo en frente de todas las tropas. Ese día, Scoresby se ganó su fama de gran líder militar, respetado alrededor del mundo. Ese honor nunca desaparecerá mientras existan los libros de historia.


»Es tan amable y agradable como siempre, pero aún no sabe lo suficiente para poner los pies en la tierra. Es el hombre más estúpido en el universo.


»Hasta ahora, nadie lo sabía, salvo Scoresby y yo. Una suerte extraña lo ha seguido, día tras día, año tras año. Ha sido un soldado brillante en todas nuestras guerras por años. Ha llenado toda su vida militar con errores. Cada uno de ellos le trajo otro título honorífico. Mira su pecho, inundado con medallas británicas y extranjeras. Bueno, señor, cada una de ellas es el registro de alguna u otra gran estupidez. Son pruebas de que la mejor cosa que le puede pasar a un hombre es haber nacido con suerte. Lo digo de nuevo, tal como lo dije en la cena, Scoresby es un completo imbécil».

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