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Maná

Actualizado: 26 feb 2019

Por: Alejandro Vega Carvajal

alejovega123@hotmail.com



—¡Somos semilla!— gritó Moisés al pueblo suscitado. El excitado Dios también lo escuchó y abrió sus piernas vibrantes y saladas. El pueblo penetró el fuerte cuerpo de agua, quería agarrar su promesa: la cadera robusta y fértil de la que brota la leche y la miel.

En cuanto los egipcios quisieron ser parte de la orgía, el Dios juntó las rodillas y los tobillos y los apretó hasta ahogarlos.

Encima del vientre de la tierra el pueblo de Moisés festejó. Su Dios les dio a probar el jugo de la vida.

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