Traducción realizada por Andrea Oliveros*
darkmoonster@gmail.com
VAGAMENTE
Ver una flor allí, frágil, descuidada
A punto de dormir sobre el borde de una rama suave
En compás de la noche, frágil y relajada,
Dormir,- y de repente ver brillar el claro de luna en el aire,
Lucir, como una piedra, un insecto que baila,
Aquel nácar huyendo a lo largo de un rayo de oro
- Y observar el horizonte un navío que baila,
Sobre su ancla que se envanece y procura su vuelo
Un navío a lo lejos va hacia playas lejanas
Y las islas y los paraísos y los éxodos
Y los adiós; - y así, a esas cosas lejanas,
A esas cosas nocturnas confían los azares:
Temer si la flor cae o si el insecto pasa
O si el navío parte con el favor de los vientos,
Hacía las tempestades y hacia la espuma y hacia el espacio
Bailar, hacia el gran oleaje, con el sonido del hielo…
¡Tu recuerdo! – y mezclar esos presagios,
A ese navío, a este insecto, a esta flor,
Tu recuerdo que vuela, así como las nubes,
Durmiendo a sombra y a oro de mi dolor.
LA NOCHE
Desde que el firmamento se hace noche
Con los mazos duros y los bloques taciturnos,
La sombra se bate entre muros y mazmorras nocturnas
Como un Escorial vestida de plata negra.
El cielo prodigioso domina, inflamado de astros
- la Bóveda de ébano y de oro donde abundan los ojos
Y se erigen, de una corriente, esa cúpula de fuegos,
Las hayas y los pinos, como pilastras.
Como sábanas blancas iluminadas de antorchas
Los lagos brillan, con golpes de luminarias estelares,
Los campos, se cortan, en cuadrangulares cerradas
Y deslumbran, así con enormes sepulcros.
Y aquella, con sus esquinas y salas fúnebres
Toda entera construida en misterio, en terror,
La noche parece el palacio negro de un emperador
Apoyado en algún lugar, a lo lejos, de las tinieblas.
*A partir de: Émile Verhaeren, Poèmes: les bords de la route. Les Flamandes. Les moines. Société du Mercure de France, Paris. 1895.
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